jueves, 24 de junio de 2010

In memoriam, Harry Beuster, por Patricio Ducha

El amigo Patricio Ducha nos envía este artículo para hablar de Harry Beuster.



Nos ha dejado Harry Beuster. El gran Harry Beuster. Caricaturista, dibujante, humorista gráfico, pintor, artista. Un grande de Canarias, de España, del Mundo. Con su estilo geométrico, abstracto, cubista, se empeñó en cambiar las concepciones que sobre la caricatura figurativa se tenían en un país en el cual cualquier atisbo de innovación era mal recibido y cualquier rebeldía estética era automáticamente condenado por las normas decimonónicas oficialmente establecidas.
Eso no le importó, perseveró y con su estilo consiguió un gran reconocimiento, además de muchos galardones en certámenes nacionales e internacionales. Espero que sean otros los que glosen sus muchos trabajos, sus muchos méritos, sus muchos galardones, porque a mi me gustaría recordarle emocionado, muy emocionado, cuando recibió el homenaje, junto a Juan Galarza, que le dedicó el primer ciclo de humor gráfico que organizó el Club La Opinión en Santa Cruz de Tenerife. Los dos integrantes de la Agrupación Vanguardista Canaria de Caricaturistas Personales recibieron el aplauso, el cariño y muchas palabras de reconocimiento del público y de sus compañeros de profesión. En esas fechas, en julio se hubieran cumplido dos años, Harry Beuster se encontraba ya delicado de salud y tuvo que realizar grandes esfuerzos para acudir al acto. Quizás por eso se encontraba especialmente sensible al afecto que recibió de muchas personas y de los humoristas gráficos allí presentes que se declaraban discípulos y seguidores de su obra. Espero que ese día, por una horas, Harry Beuster sintiera la mucha admiración que sentíamos por su trabajo, por ser capaz de conseguir unos parecidos extraordinarios entre sus caricaturas y sus caricaturizados mezclando apenas unos círculos y unos cuadrados. Puede sonarles sencillo, pero créanme que no lo es. Cuando volvía a casa, después de enterarme del fallecimiento de Harry Beuster, intenté ver la realidad como la veía él. Convirtiendo los rostros en figuras geométricas, las esquinas en ángulos, viendo curvas donde hay círculos. Harry Beuster lo conseguía porque era un maestro. Y espero que sea verdad que Dios es un triangulo equilátero. Seguro que a Harry le gustará.