jueves, 2 de febrero de 2012

El Museo del Cómic. Una galería del noveno arte

Dicen que la historia del mundo es pendular, pero en el mundo de los tebeos pasamos de la sequía a la inundación con una facilidad pasmosa. Con esto de que los carnavales de Las Palmas de Gran Canaria se dedican al mundo del tebeo, la capital de la isla acoge dos iniciativas distintas relacionadas con el noveno arte. De la primera, el Gran Canaria Comic Fest. 2012 ya hemos hablado, pues una de las personas implicadas es el amigo Juan Pedro Rodríguez. De la segunda, El Museo del Cómic. Una galería del noveno arte, responde Eduardo Serradilla y participan los alegres juristas que pululan por esta página. Le cedemos la palabra al primero:

Inmersos como estamos en el siglo XXI, aún son muchos los que piensan que el cómic no es una expresión artística. Los tratados de historia del arte, por otro lado, dicen todo lo contrario y consideran al lenguaje secuencial como el noveno arte, un calificativo que se ha ganado tras más de un siglo de existencia.

Cierto es que la narración secuencial nació desde el mismo momento en el que una persona comenzó a narrar, visualmente, utilizando las paredes de una cueva aquellos hechos cotidianos que jalonaban su existencia.

No obstante, la tradición de expresar sucesos y acontecimientos utilizando dibujos y cuerpos de textos cobró carta de naturaleza en la Inglaterra victoriana, en especial con las viñetas satíricas publicadas en los panfletos y periódicos de la época. De aquella tradición bebió The Yellow Kid, un sencillo personaje al que se le considera el primer ejemplo del cómic contemporáneo.

The Yellow Kid, llamado así por el camisón de dormir amarillo que llevaba el infante con rasgos orientales que protagonizaba las historias publicadas en el rotativo New York World, a partir de 1895, puede que no fuera lo que ahora concebimos como un cómic, pero su popularidad sí que ayudaría al desarrollo de lo que luego fueron las tiras de prensa. Además, el magnate de los medios de comunicación, William Randolph –propietario del rotativo en el que se publicaba el personaje- supo atisbar las enormes posibilidades que este medio de expresión le ofrecía, algo que, anteriormente, ya habían demostrado las caricaturas satíricas británicas, al otro lado del océano.

Ha pasado más de un siglo desde que el infante del camisón amarillo apareciera por primera vez en un medio de comunicación y desde entonces el cómic/ novela gráfica y/ o tebeo en nuestras latitudes ha recorrido un largo camino, pasando a ser un ejemplo de lo que se conoce como “cultura popular”.

Hoy en día, los personajes de cómics aparecen tanto para anunciar las bondades de una institución financiera con un marcado ánimo de lucro como para animar a los más pequeños a consumir leche, en vez de tanta bebida azucarada y gaseosa. Sus rostros se ven en camisetas diseñadas por famosos modistos, encabezando cabalgatas en las mayores ciudades del mundo o como argumento para fiestas de todo tipo y condición, entre ellas, el carnaval capitalino de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria del presente año.

A pesar de todo, el cómic continúa siendo ese “gran desconocido”, tachado de entretenimiento para niños y del que se obvia las enormes posibilidades que ofrece, tanto a nivel de medio artístico como eficaz herramienta para el fomento de la lectura entre personas de cualquier edad y condición.

Por todo ello se ha querido reunir, en esta muestra combinada, algunos de los mejores ejemplos del mercado gráfico, tanto llegados desde el mundo súper-heroico –los héroes más de poderosos de la Tierra, The Avengers, en sus versiones gráficas y cinematográficas - como de la mano de autores como Eric Shanower, quien se han ganado el favor del público por trabajos tan reconocidos y habituales como La edad de Bronce, crónica gráfica de la fratricida guerra de Troya.

Junto a estos dos ejemplos, también se podrá disfrutar del trabajo de Mark Crilley , uno de los mejores ejemplos de la fusión entre el manga japonés y el cómic anglosajón, en series tales como Akiko on the planet Smoo, Miki Falls o Brody´s Ghost; de James Scott Campbell, alumno aventajado de la que se conoce como la estética Image y creador de las cinemáticas Danger Girl; y del japonés Stan Sakai, creador de la serie gráfica Usagi Yojimbo.

La longeva serie protagonizada por un antropomorfo conejo ronin, creada por Sakai en 1984, pasa por ser uno de los mejores ejemplos de cómic independiente publicados en las últimas décadas y un magnífico ejemplo de cómo la historia del Japón feudal se puede dar la mano con algunos de los iconos del Japón contemporáneo.

La última de las exposiciones que forman esta muestra combinada, Con P de España y Olé, nos ofrece una visión rigurosa, pero sin perder el sentido del humor, acerca de cómo se ha visto reflejado nuestro país en el mundo del cómic. Dichas visiones son para todos los gustos, según sea el autor responsable de hablar de nuestras latitudes, y esta exposición nos las ofrece todas, organizadas y sin censurar.

Con todo ello se pretende reflejar la realidad de un arte que no sólo ha ido ganando protagonismo en nuestra sociedad contemporánea, sino que, si se articula bien, representa una puerta de entrada para el mundo del alfabeto visual y el mundo de las letras.

Al final, y viviendo como vivimos en un mundo netamente visual, el cómic se nos presenta como un lenguaje directo, contemporáneo y dinámico, capaz de llevarnos hasta mundos de fantasía, epopeyas bélicas, dramas existenciales, viajes espaciales, pasados remotos o asistir a la formación de un grupo de héroes capaces de salvar al mundo de la mayor de las amenazas.
Ahora la pregunta sería la siguiente: ¿se atreven a vivir esta aventura gráfica?

Eduardo Serradilla Sanchis. Comisario de las exposiciones mencionadas, salvo de la muestra Con P de España y Olé, cuyos responsables son Juan Antonio Rodríguez Armas y Luis Javier Capote Pérez

AGRADECIMIENTOS
Eric Shanower, Mark Crilley, Juan Antonio Rodríguez Armas, Luis Javier Capote Pérez, Elena Santana Guevara y Librería Goodfellows.