domingo, 16 de junio de 2013

El invierno más largo, por Luis Capote

Después de su digresión hibérnica, el leguleyo número dos vuelve por sus fueros pijameros. Hoy toca una de espías.  



Título: Soldado de Invierno 1: el invierno más largo 
Formato: tomo de la línea 100% Marvel de 200 páginas 
Autores: (G) Ed Brubaker (L) Butch Guice, Michael Lark (T) Butch Guice, Stefano Gaudiano, Brian Thies, Tom Palmer (C) Bettie Bretweiser, Mitch Bretweiser (P) Lee Bermejo 
Editorial: Marvel Comics / Panini Comics 
Precio: 15 euros 
Comentario:  

Ahora que la larga etapa de Ed Brubaker al frente de los destinos del Capitán América ha concluido quizá sea el momento de hacer balance de lo que el paso de este guionista ha supuesto para la franquicia del abanderado. El señor Bru permitió recuperar para la causa una colección que llevaba varios años dando bandazos y carecía de un rumbo definido. A cambio imprimió un estilo realista a todos los elementos que definían al personaje y su mundo que supuso algo así como convertir las películas clásicas de 007 en algo más próximo a las aventuras de Jack Ryan. Con don Ed tuvimos Cráneo Rojo, cubo cósmico, Barón Zemo, Batroc el saltarín, interacción con SHIELD, discusiones con Nick Furia, camaradería con el Halcón y la reanudación de la relación amorosa con Sharon Carter, la Agente 13 que Mark Waid recuperara para la causa hace casi veinte años. Sin embargo, en ocasiones ese tono de verosimilitud resultaba contraproducente en unos personajes que fueron creados y / o moldeados por ese maestro del pim pam pum colorido que respondía al nombre de Jack Kirby. El trabajo del escritor ha sido alabado y detestado a partes iguales, pero quizá la más polémica de sus decisiones pasó por la recuperación de James Buchanan “Bucky” Barnes. El antiguo compañero del Capitán América volvió convertido en un antiguo agente soviético entrenado para matar, después de que Brubaker decidiera explicarnos que la imagen del chico amable y saltarín no era más que una pantalla para tener un operativo que se ensuciara las manos en lugar de su camarada y mentor. Bajo su identidad de Soldado de Invierno el viejo Bucky se convirtió en el niño mimado de su rescatador, hasta el punto de tomar el relevo de Steve Rogers cuando éste “falleció” tras Guerra Civil. Dejando aparte el brutal ejercicio de retrocontinuidad el desarrollo de este personaje que, no hay que olvidarlo, venía limpio de equipaje, permitió que la aparición de un nuevo Capitán América se produjera de forma lógica. Sin embargo, con una franquicia cinematográfica en ciernes era cuestión de tiempo que las aguas volvieran a su –estancado- cauce y después de un par de años Rogers volvió a ser el cabeza alada en tanto que Barnes volvía a espicharla, al menos aparentemente, pues en compañía de la Viuda Negra retornaba a la clandestinidad para desfacer los múltiples entuertos generados por sus años de brazo ejecutor venido del otro lado del telón de acero.