Título: Los Defensores: cuatro contra los dioses
Formato: Tomo en tapa blanda con solapas de la línea Marvel Gold de 176 páginas
Autores: (G) Steve Englehart , Len Wein (L) Sal Buscema (T) John Verpoorten, Frank Giacoia, Frank McLaughlin, Frank Bolle, Jim Mooney C) P. Goldberg, Glynis Wein, David Hunt (P) Gil Kane
Editorial: Marvel Comics / Panini Comics
Precio: 14 euros
Comentario:
Como se ha contado más de una vez por estos barrios digitales, los años setenta del siglo pasado fueron tiempos de crisis y de experimentación en el seno de las editoriales estadounidenses. Los superhéroes andaba de capa caída y nuevos géneros como la espada y brujería o el terror tocaban con fuerza a la puerta. Cuentan las crónicas que Gil Kane llegó a decir que los empijamados estaban muertos y que aquélla sería la década de los bárbaros, pero lo cierto es que la desgracia de algunos títulos sirvió para hacer hueco a personajes y colecciones que en muchos casos han pasado a ser considerados como de culto: Luke Cage, Puño de Hierro, el Caballero Luna, Shang Chi, las adaptaciones a la viñeta de las aventuras de Conan el Bárbaro, Doc Savage o John Carter, las aventuras del jipi cósmico Adam Warlock… Los pijamas propiamente dichos compartían espacio con las artes marciales, el espionaje, los monstruos… los conceptos más alocados podían tener espacio y, dentro de ese microcosmos que fue la Marvel de los setenta aparecieron los Defensores, el grupo que no era un grupo y que estaba compuesto por un conjunto de individuos obligados, orgullosos y / o celosos de su condición de solitarios. Su reunión había sido el resultado de una serie de cancelaciones que habían dejado inconclusas las andanzas del Doctor Extraño (que, como puede comprobarse, lleva desde los años sesenta asomándose periódicamente al quiosco sin poder mantener indefinidamente una colección). Roy Thomas aprovechó para seguir contando una aventura de reminiscencias lovecraftianas en las series de Namor y de la Masa. La historia, publicada en 2000 en la serie antológica de tomos Selecciones Marvel terminaba primero con el exilio extradimensional del mago marveliano por antonomasia y un poco más adelante con su rescate y posterior colgamiento de capa, pero un poco más adelante sería Roy Thomas quien, en compañía del inolvidable Ross Andru, reuniría nuevamente al trío de solitarios para darles un posible nombre –Defensores- y sentar las bases de un posible reencuentro, el cual se produciría pocos meses después en la forma de una serie regular cuyos primeros números se recuperan aquí y que sobreviviría hasta bien entrada la década de los ochenta para cerrarse en el marco de la macrosaga Secret Wars II.