Que Itahisa González no está muy bien de la cocorota ya lo sabíamos, pero en esta ocasión no nos referimos a su estado mental, sino al título de su último relato, del que les dejamos el comienzo. El resto, a un clic de ratón.
No podía ser. Otra vez no.
Aquellos que con una sola palabra podían destrozar sus más anhelados sueños habían vuelto a hacerlo.
Y sin ninguna compasión.
Otra vez.
Poco importaba lo que había estado esperando la ocasión, las ganas o ilusiones que tenía al respecto.
Habían sido más inflexibles que el acero, más crueles que el inexorable tiempo y de un plumazo habían hecho volar el hermoso pero frágil castillo de naipes al que había dedicado tanto tiempo y esfuerzo. Pero ellos eran así.
(Continúa aquí)