Hoy recuperamos una reseña que Luis Capote dedicó a Becarios ¡Ese título es mío! la recopilación de las tiras semanales que Eduardo González realiza para 2*C, el suplemento cultural del diario tinerfeño La Opinión de Tenerife.
Si hablar de la producción de cómic en España ya supone motivo de depresión, si nos ponemos a hacer un repaso autonómico, la cosa ya puede derivar al drama más absoluto. En un país donde por definición leer, leer, lo que se dice leer, no es precisamente una afición muy extendida, lo de leer tebeos mejor no consultarlo. No hay afición porque no hay producto y no hay producto porque no hay afición. Sin embargo, en ocasiones se encuentra uno con pequeñas excepciones que ponen a prueba la regla general. El diario tinerfeño La Opinión de Tenerife lleva desde 1999 apostando por la publicación de tiras cómicas realizadas por autores canarios en torno a temas de interés para la sociedad insular. El guionista Patricio G. Ducha y los dibujantes Roberto Burgazzoli y Eduardo González han conformado el núcleo de un equipo que lleva más de una década sacándole punta a la actualidad en el archipiélago atlántico, logrando un grado de aceptación contrastable a través del hecho de que en determinadas ocasiones, los lectores han acabado confundiendo la broma de turno con una noticia real. Quizá por eso, Ediciones IDEA lanzó a finales de 2004 el proyecto de recopilar las tres tiras realizadas por el equipo antes mencionado (Dirección General, La Venta de Floro y Becarios) siendo este tebeo del que hablamos aquí, el que constituye la última fase del proyecto. ¡Este título es mío! es un libro muy especial por diversas razones. En primer lugar, porque es obra de Eduardo González como autor completo; en segundo lugar, porque abarca todos los ejemplares de una tira semanal publicada desde 1999 en 2*C, el suplemento cultural de La Opinión de Tenerife; en tercer lugar y al hilo de lo anterior, porque permite disfrutar de la evolución del bueno de Edu como guionista y como dibujante. Su lápiz y su pincel han sabido dibujar en tono de humor y con mucha mala uva, un fresco de lo que es la vida en una universidad –para ser exactos, la Universidad de La Laguna- a través de los tópicos que anidan en sus distintos estamentos: el catedrático inaccesible, el ayudante patoso, el estudiante reivindicativo, el despistado, el friqui, el eterno habitante de la cafetería... el personal de administración y servicios en permanente estado de fuga. Edu dedica un apartado especial a la Facultad de Bellas Artes, por la que pasó hace ya unos cuantos años. En estos casi seis años, autor y personajes han ido creciendo, madurando y pasando por todas las fases de la enseñanza: los difíciles comienzos, el esfuerzo por mejorar y la llegada a una meta que en realidad, es sólo el punto de partida para una nueva etapa de la vida. El padre de estos sufridos becarios ha logrado arrancar más de una sonrisa y una carcajada con las ocurrencias de sus entrañables muchachos, pero sobre todo ha conseguido generar las miradas de incredulidad de lectores que dicen para sí que aquello les ha pasado a ellos. ¿Copia la ficción a la realidad o sucede a la inversa? Gracias, Edu, por haber generado esa duda.