Y otra reseña marveliana del jurista número dos de cuantos merodean por aquí, esta vez dedicada a un tipo con un calcetín rosa en la cabeza: El Barón Memo, perdón, Zemo.
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Cuando Marvel decidió dar la serie Thunderbolts al guionista británico Warren Ellis, cerraba una etapa prolongada y bastante fructífera de la historia reciente de la editorial estadounidense. La serie era la última superviviente de una lista de proyectos que ocuparon el lugar de los Vengadores y los Cuatro Fantásticos durante el experimento de Heroes Reborn. Se trataba de un tebeo bastante particular, que durante casi diez años fue llevado por sólo dos guionistas -Kurt Busiek y Fabián Nicieza- lo que es una notable excepción en los tiempos que corren. Ambos desarrollaron una serie dotada de un innegable sabor clásico y profundamente respetuosa con la continuidad marveliana, pero al mismo tiempo lograron conferirle al invento grandísimas dosis de originalidad, que la convirtieron en una colección de culto, respetada por la crítica y disfrutada por el público. Cuando los gerifaltes marvelitas decidieron incorporar la serie a la reestructuración derivada de Guerra Civil, dieron a Fabián Nicieza y Tom Grummet, los responsables de la serie hasta el momento, un premio de consolación: esta miniserie que Panini ha recopilado en un único tomo.
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